Cuando se habla de Andalucía, se nos viene a la cabeza, la Mezquita de Córdoba, la preciosa Alhambra de Granada, y por supuesto, la calurosa Sevilla, con sus más que archiconocidos monumentos. Pero…, ¿y Jaén?
No os voy a negar, que he sido la primera persona en decir esa frase tan injusta de: “Pero si es que Jaén no tiene nada…”. Y mira que he pisoteado esta ciudad, y resulta que hace apenas un día que he abierto los ojos a este “pueblo grande” con otra perspectiva, resultándome una ciudad totamente desconocida y lo que es mejor, muy atractiva y llena de tesoros injustamente desapercibidos.
Su catedral majestuosa donde las haya, sin tener que envidiar a ninguna otra, puede ser vista desde el magnífico e impresionante Castillo de Sta. Catalina, desde el cual, se puede disfrutar de unas perspectivas de una costa de olivos, totalmente pintoresca. Además el castillo es considerado como unos de los mejores castillos no solo a nivel nacional, si no a nivel mundial.
Visitar los baños árabes, puede transportarnos a fechas lejanas y descubrir estructuras arquitectónicas con mucho encanto. Darse un paseo por los alrededores de la catedral, por esas calles de bonitos empedrados y sentarse a tomar una cerveza en estrechas calles con un encanto totalmente andaluz, no tiene ningún desperdicio.
A Jaén, le hace falta “creérselo”, la ciudad del Santo Reino necesita que los Jiennenses la valoren y quererse un poco más. Es uno de los núcleos con más historia de Andalucia y merece la pena ser visitado.
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